NIÑOS CON PENSAMIENTOS DE PAPEL
Solo de nosotros se componían
los espacios, nadie más hurtaba la sabrosa
soledad inmune del réquiem
las pócimas de agua caliente
y el olor a piñonate como premio
a la pequeña maldad de perdernos
cabezo arriba, sin cansancio.
Niños con pensamientos de papel
y uñas por limpiar, sin sobranzas la mesa,
con más agasajo que abulia,
con una cuchara de libertad como único alimento
para reinar en el suburbio
y en los oteros de la mina,
éramos la parte más amada de los charcos
con ingredientes de chocolate
en las encías y con baba en las sonrisas,
éramos la prenda,
el entretenimiento de las tardes de abuelas
con sabor a pestiños,
una insinuante libertad
y la mejor apuesta sin tener un sueño
que llevarse a la cama.
Rllanes
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