LA UTILIDAD DE LOS REGALOS

 LA UTILIDAD DE LOS REGALOS

A cierta edad disminuye la sorpresa por el regalo y cualquier envoltorio, por muy redondo o pequeño que sea, te parece un paraguas porque es en realidad lo que necesitas; y deja de existir el intento de adivinanza por el “qué será”, importa el momento más que el objeto. Todos los días de reyes tienen la misma liturgia y siempre deviene la apertura en risas y emociones donde la expresión se graba por su connotación de entusiasmo. Este año me trajeron los reyes una máquina de afeitar (llevo 48 años sin afeitarme), un cartón de tabaco (no fumo) y un bañador celeste con pintas amarillas (no frecuento ni playas ni piscinas). Llegué a dos conclusiones, una que el destino tuviera intención de modificar mis hábitos y otra que se tratara de una manera de referir lo efímero de este concreto placer. Tal vez ninguna diera con la tecla pero al anochecer, al observar que la multitud de regalos dormían en el sueño de un olvido en el rincón del cuarto y con la utilidad perdida tuve la osadía de pensar que dejó de tener importancia el acierto en el regalo y cobró razón la idea de justificar la pertenencia a un mundo que apuesta por cumplir con el protocolo de comprar, se hace el tonto a la hora de elegir y se deja llevar por el resorte absurdo impuesto en el ambiente televisivo. Yo guardé mis impropios regalos hasta siempre y tal como yo seguro que también lo hicieran quienes recibieron lo pedido. Somos así de pazguatos y nos dejamos convencer por la banal inercia, aunque sin quitarle al día su dosis de mínima felicidad, sus risas y sus emociones.

Ramón Llanes 10 enero 2025.