HISTORIAS DE OTROS
Si cae la tarde se muestra un ocaso
que aparece de una genialidad.
Nosotros estuvimos presentes
pero fuimos a repetir los lugares
en un semicírculo de ironía,
la luz no se apaga, se enciende otra.
El general ascendió desde la reserva,
se le agrandó el sueldo,
le llegaron más medallas,
limpió los sables,
había quedado un hueco vacío
en aquel ocaso de jerarquías
y le tocó permitirse doblemente
una misión a continuar acariciándose el bigote
con más galones;
un experimento no guerrero pero sublime para él,
acostumbrado a tanta pérdida de tiempo
y ninguna actividad.
Yo no he venido a maldecir,
mi ocaso me requiere lírica constante;
en mi atardecer de cada día tampoco hago pronósticos,
vivo en esta comunidad que se amedrenta
y subsiste y va a continuar gozando
de los ocasos y buscándolos a cualquier precio,
a pesar de la niebla.
Ramón Llanes
No hay comentarios:
Publicar un comentario