LA CIVILIZACIÓN DE LA GULA
Todos los indicios apuntaban que sería el siglo de la tecnología este que vivimos y a veinticuatro años largos de su llegada tal calificación ha fracasado para dar paso a considerarse la civilización de la gula, del desenfreno abultado tendente al hartazgo de todo cuanto signifique comer, beber, saciarse, superar límites de peso, ganar apuestas y pertenecer a los clubs más chics de lo propiamente pantagruélico; la desmesura se adueña de los ciudadanos merced a las campañas televisivas que propician esta bandera como signo inequívoco de bienestar cuando en realidad se trata solo de un exceso en la comida o bebida con glotonería y apetito desordenado; este olvido de la frugalidad es también un componente de locura colectiva que perjudica notablemente a la sociedad por lo que produce de evitación del pensamiento más acertado, por su influencia en la inteligencia y por las consecuencias físicas que acarrea y la consiguiente atención médica con sus elevados costes de curación. Se alaba mucho este placer por la gastronomía y se alardea de ello como un aliciente en el buen ejercicio de las relaciones sociales pero nadie -jamás lo oí ni lo leí- advirtió de sus desafueros y malignidades en la salud. Me desentiendo de pertenecer a la opulenta civilización de la gula, no soy dado a tales excesos.
Ramón Llanes. 3.1.2025
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