COSAS DE
PASADO MAÑANA
No será el
recuerdo el que nos valga para iniciar la senda sino la ilusión, los
pasos andados ya tienen su sitio, ya dejaron su huella, están
inscritos en el dormitorio de nuestras verdades, ahora se dirige la
mirada hacia el horizonte aquel, hacia el roquedo alto del Morante
mágico, hacia las sombras que se inclinarán a nuestro canto cuando
las voces llenen de dulce cadencia el asfalto quieto y el aire
difundido. Cuando sea necesario volver la vista para ver Calañas o
cuando el vientecillo te restriegue en la sien la actitud de la
fuerza, será ir en volandas a los sitios dichos, a los lugares
amados, eso será pasado mañana, que hoy estamos en la Plaza
deshaciendo las cábalas y alimentando la fe, como quien prepara el
mejor proyecto de su vida; aquí están los otros, ellos, los aliados
en esta sorpresa que viviremos juntos a la par de la sonanta y el
espíritu.
A cuántas
leguas estamos de nosotros mismos los sabremos al ocaso de la vuelta,
no importa ahora la predicción del tiempo ni la economía del mundo,
solo el vino hecho, solo el tiempo que falta, solo la emoción, nada
es más importante para pasado mañana que estar con la capacidad del
sentimiento como la vez primera; es tarea sabernos tener con la usual
concordia, para cumplir las liturgias del camino y hacer abrazos y
convertir en presente todo el podio de entusiasmos que prevé esta
existencia privilegiada que la génesis de la historia nos ha
permitido. Acaso falte, para pasado mañana, ocultar la timidez
cuando se precise el grito, desentumecer los huesos de la comodidad,
tropezar a conciencia con los más lejanos para provocar la risa y
emitir el saludo afable. Hay tiempo para todo, mientras suena el
tambor suena también el alma, la flauta significa la alabanza y las
pisadas son el respeto a la tierra madre.
Nada queda
para que, pasado mañana, tú y yo, desatentos con el noticiero y
ataviados de amigos, formemos el cúmulo de sensaciones que nos
pertenecen y giremos en la primera curva para despedirnos de la
realidad hasta llegar a la parte de cielo que se nos reserva en la
orilla que acuna nuestro destino, allá en el más íntimo
sobrenombre de la estética que nos produce esa suculenta forma de
sabernos un poco dioses con Ella y un poco humanos con nosotros. El
sentido de nuestra felicidad se sostiene con tales sentimientos.
Ramón
Llanes. Enero 2016.
Publicado en Revista de Coronada, Calañas. 2016
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