RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

lunes, 11 de abril de 2016

VALLE, EL JUGLAR DE THARSIS

 
VALLE, EL JUGLAR DE THARSIS


Su nombre completo es Manuel María del Valle Domínguez Feria, pero su paisaje, su pueblo, sus vecinos y todos los seres vivientes de Tharsis lo conocen como Valle, un juglar de mina y trovero completo que tanta diversidad de fandangos haya compuesto para alegrar esos aires a veces tan grises del entorno y para dejar una huella indeleble en la memoria más afable de su tierra, con esas letras inventadas al momento que a tanto saben y tanto aportan a la sonrisa o a la propia identidad minera. Nos hemos preguntado en familia muchas veces sobre la génesis de este don de mi tío Valle para dominar tan perfectamente los trazos de la poesía, convertirla en fandango a través de un quinteto en octosílabos y cantarlo con invención improvisada y no llegamos a otra conclusión que remontarnos a un primo de su madre -mi abuela Ildefonsa-, que era poeta y era de Valverde -Juan Manuel Feria Chaparro- y que murió en aquella contienda absurda de la Guerra Civil; quizá de ahí le vienen esos genes literarios que con tanta profusión le han distinguido durante toda la vida.

Valle tiene ahora ochenta años, aprendió de niño a tocar la guitarra con el maestro Correa y luego descorrió mil amaneceres con el Pinche, hermanos Toronjo, Antonio Abad, Perolino, Ángel de “seña Pura” y Juan Díaz, hasta hacerse con su toque único e interpretarlo en la más peculiar de las maneras; él sabe punteos que ya no se tocan, dota a la guitarra de potencia y la adorna con letras extrañas que se le ocurren al mismo compás que el rasgueo. Expresivamente es un juglar, semánticamente es un trovero y líricamente es una excelencia inequívoca del arte, a modo de genio. En Valle se resumen todos los adjetivos, cualquiera le corresponde, es inteligente, expresivo, gracioso, mordaz, intuitivo, acertado, lógico, tiene en el cajón de las virtudes sus huecos bien llenos de la mucha imaginación que le ha puesto a su vida y del mucho oficio que ha conseguido acunar. Cuando Valle está en una fiesta está asegurado el deleite, nunca defrauda, siempre tiene versos que decir y siempre encuentra el objetivo de sus halagos para definir a quienes en ese momento prestan cuidado y atención a su trance y a su sonanta. Desconozco el número de fandangos que habrá compuesto improvisadamente en su vida pero doy fe de que todos los conserva en su memoria, ni siquiera uno se le escapó de su control. Valle es una estrella perpetua de la mina, criado y creado aquí, cuidado aquí y siempre deseado para alegrar juergas o escucharle sus aciertos poéticos. No es posible encontrar ser humano que con tanta facilidad haya expresado tanto en los cinco versos que componen el fandango.

Es misión mía obligada presentar un breve recorrido por todos esos que le salieron del alma y que forman el patrimonio suyo personal y también patrimonio local y universal. Haciendo este ejercicio de memoria recordaré quizá uno se sus primeros fandangos, cuando en la edad temprana, me cuenta, comenzó su oficio de albañil y que debido a su versatilidad y capacidad fue cambiando de oficio hasta concluir:



Mi principio fue albañil
y luego fui recovero,
ahora me tienen aquí
hecho un pobre panadero
no sé cuál será mi fin.

Quizá un poco arrepentido de todo su estado de profesión, cantó otro día:

No quiero ser albañil,
me voy al cascabelero
o con tío Benito el Cano
donde yo estuve primero
con veinticinco marranos.

Sus letras han sido muchas veces definitorias de su propia identidad, como aquella otra, también de sus comienzos que decía:

Guardando lechones estuve
con la Pepa la Motera,
con Pedro Gento y con Bravo,
con “toa” la Cobica entera,
con Juan Miga y con Juan Ramos.
Es sabido que desde hace más de 50 años tiene un huerto cerca del Cabezo “Las Culebras”, donde además de sus cultivos y animales le ha servido de fuente de inspiración; a aquel lugar le tiene un cariño especial, adora su paisaje y se confiesa defensor de este ámbito. En un momento de impulso sentimental escribió este fandango:

Cabezo de “Las Culebras”
no te separes de mi
mira que estoy a tu vera
desde el día en que nací
y estaré hasta que me muera.

Un día en una apertura del Coto, a donde siempre era invitado, una veces como “jatero” o tras como guitarrista, le cantó a Diego Rechino:

En el Coto el Rinconcillo
cambié el burro con Ginés,
lo cambié a una burra negra,
en ese trato gané
aunque en el próximo pierda.

Algún otro día, en cualquier improvisada juerga, quizá se desviara la conversación a temas de los propietarios de la mina para que Valle dejara evidenciada su actitud frente a los conflictos existentes en cuanto a este tipo de identidades, para proclamar su pertenencia de esta manera:

Yo tengo más parte en Tharsis
que don Federico Bell,
más que don Carlos Strauss,
más que don Claudio Tassel,
porque en Tharsis me he “criao”.

O aquel otro de:

Yo soy más tharsileño
que el cabezo El Madroñal,
más que el Cerro de los Gatos
las Infantas y la Majá,
más que el Dique El Lagunazo.

Consiguió imponer una fuerza en su voz bronca capaz de enganchar al menos aficionado o al más crítico y sin pretensión de destacar ni de ser protagonista se hizo acreedor de una fama que se hizo extensiva a todo el Andévalo. En Alosno, en La Puebla, en Las Cruces y en Paymogo, principalmente, fue siempre requerido y admirado. Quedan en los recuerdos de todos estos pueblos sus fandangos, su voz y la grandeza de su guitarra. Cantaba:


Tengo un compadre en Las Cruces
que es digno de admiración,
no le gusta “el palaustre”,
ni le gusta el mostrador,
no encuentro “ná” que le guste.

O aquel otro, dedicado a José Salguero, también surgido en momento de juerga:

Tu compadre es Isidoro
y el mío es Bartolomé
y si estás “arrepentío”
por lo borracho que es,
te lo cambio por el mío.

En una ocasión preguntó en Las Cruces por Antonio El Cano y nadie le supo dar norte hasta que uno indicó que era Antonio “El Ruína” y de allí surgió este fandango.

Tengo en Las Cruces un paisano
que le llaman El Ruina
y eso en Tharsis le llamamos
a uno que vende sardinas
que en “ná” se parece al Cano.

En Alosno tuvo un largo recorrido de festejos y juergas, allí compartió sonanta con los mejores guitarristas y aprendió y enseñó mucho del fandango. Siendo alcalde Juan Mateo Jiménez ordenó éste hacer realidad aquella metáfora de las esquinas de acero y así fue cómo Valle homenajeó tan positiva actitud:

Famosa calle Real
dime quién fue ese alosnero
que te hizo realidad
esas esquinas de acero
que eran “imaginás”.

En otra lejana ocasión, una Velada, de copas con Guillermo Caro, Paco Crossman y Juan Diaz, ante la inminencia del final de la juerga ya avanzada la mañana y ante la prisa de algunos cantó así:

Paco va a perder el pañuelo
Guillermo la “peoná”,
y Juan va a perder “la dama”,
yo me tengo que marchar
que mi madre me reclama.


También en una mañana de Velada, -cuando tenía el Kiosko- nos sentamos la reunión completa a echar el último rato. La guitarra sonaba sin parar y a su llamada se nos acercó un hombre con muchas copas encima que no dejaba de incordiar, a lo que Valle le cantó:




Vete ya “pa” la Cobica
a cuidar de los lechones
y no vengas más “pacá”
a estropear reuniones
cuando tienes la tajá.

El aludido, que era un amigo suyo de Los Montes, se enfadó tanto que echó a llorar como un niño chico y Valle le cantó:

No me hagas más llorar
que eres como la cebolla,
mira que te voy a llevar
“anca” la Paca la Polla
de Puerto Rayo “pallá”.

En una ocasión tuvo que separarse temporalmente de Tharsis y así expresaba su desconsuelo :

Adiós Cerro de Los Gatos,
adiós llanos de la Utrera,
Divisa y El Polvorín,
curvas de las “cantaeras”,
cuándo volveré a venir.
Aquel ya ancestral y conocido fandango premonitorio que es como un himno:

Tharsis, quien te conoció
tus grandezas rememora,
si ahora tu vivir es triste
ya te llegará la hora
de vivir como viviste.

Cuando la mina empezó a ser ampliada se iba comiendo parte de la población que estaba cercana a los filones, a esta situación le cantó así:

Si pudiera defenderte
Tharsis de mi corazón
quizá que no me ganara
ni Agustina de Aragón
“pa” que no te derribaran.

Tiempo muy atrás cuando el amigo Pepe Gervasini estudiaba en Granada, cada domingo de Sandalio estaba destinado a marcharse y siempre se perdía el Sandalio muy a pesar de su afán por quedarse. En una de esas rabietas por no querer apartarse de Tharsis le cantó Valle:

Un domingo de Sandalio
un tharsileño decía:
cambio el patio de la Alhambra
por una encina vacía
en lo alto de Las Magras.

Pero toda la sublimidad la expuso en una ocasión cuando quizá quiso definirse como ser humano o como amante de su tierra. Es uno de los fandangos más importantes visto desde la composición, la lírica y la emotividad, dice así:

Soy piedra de mineral
con ley de Sierra Bullones,
soy del más puro metal,
soy del rey de los filones,
soy quien más profundo está.

Este fandango es un tratado de verdad y de espiritualidad, y es también un manifiesto de amor por la mina, por todo lo que encierra el patrimonio esencial de la mina, por los hombres y los pensamientos de la mina. Este fandango debería estar escrito con letras de oro en todas las memorias de los mineros porque define perfectamente a todos los mineros.

Escribir de Valle y hacer un recorrido por su vida de trovero ocuparía un libro completo porque ha vivido experiencias inenarrables, ha abierto muchas veces las puertas de la ilusión y del buen hacer y ha lanzado al aire infinidad de ocurrencias imposibles de resumir en un papel. Su bagaje es infinito, su cante está en el espíritu de esta tierra, su filosofía se encierra en ofrecer su genialidad para divertir y divertirse, su sentido del humor le ha convertido en un ser inusual, perfecto en su armonía de complicidad con toque, cante, alegría y agrado y siempre dispuesto- con sus normales rarezas de genio- a hacerle a sus amigos y vecinos más agradable la vida; serán pocas las personas de su entorno que no estén inmortalizadas en alguno de sus fandangos, esa ha sido su mejor forma de testimoniar el cariño a sus paisanos y a su tierra. Escribir de Valle es enredarse tanto en el tiempo hasta no acabar.

Ramón Llanes, enero 2016.

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