RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

domingo, 17 de noviembre de 2013

A LOS PIES DE LOS CABALLOS


A LOS PIES DE LOS CABALLOS.


A veces son los caballos quienes enseñan la fe. Ellos nunca faltan, acuden con la nostalgia pensada para el cansancio, trotan en el bulto de los otros relinchando a modo de súplica sin saber nosotros humanos de postín qué pedirán los caballos. Y no es la sed, ni es el hambre, para sustentarse tienen sonidos distintos; ponen otra cara, como más exigente. Para la plegaria parece que sonríen y la Madre, que también conoce el lenguaje de los equinos, se pone a otorgar a los pies de los caballos dones de animales adorados y se lo agradecen.
Algo les pasa por la memoria para ser capaces de hacerse devotos. Y vienen cada año con esa inquietud de la esperanza soslayando el temprano renacer de su conspiración y complicidad con la hegemonía de la Madre. A ellos, en su mente, inteligencia o lo que sea, les llegan efluvios de sentimientos, no puede ser de otra manera, de lo contrario no se mostrarían tan adeptos.
Los caballos sean quizá ángeles buenos que acompañan a la Virgen, sean hombres grandes con otro rictus de plegarias o sean sencillamente quienes portan la estética, tienen el merecer ganado y la complacencia de los humanos que les consideran imprescindibles para la fe y para la devoción.
Fíjese jinete descubriéndose, arrodillándose el caballo, espuelas cortas y quietas, mosquero al ritmo, manta, estribos y montura, fíjese si pretende conocer estampa más singular y linda que se mueva con vida por estos campos del Andévalo donde es de buena voluntad ser emotivo; fíjese que las cosas tienen siempre dos caminos y el caballo sabe los dos y fíjese que caballo y caballero son entre ellos la necesidad y la síntesis.
Aprendo el paso de los caballos y me sé la cara de su agobio, también la de su alegría; aprendo a saber que conforman un credo, y quisiera saber qué le piden a la Peña cuando se arrodillan o cuando parecen distraídos o cuando piensan, me gustaría conocer la milésima parte de uno de sus sentimientos para confrontar con mi teoría esta experiencia y concluir que ellos son a veces los que están por encima de nosotros y que por eso la Virgen les otorga dones, se baja, les toca y les deja que la acaricien poniéndose con todo su amor a los pies de los caballos.




Ramón Llanes

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