RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

martes, 5 de noviembre de 2013

VOLVER


VOLVER

 

Dedicado a Antonio González

“El Raya”, con motivo de su

vuelta a sus sueños del cante.

 

Para soportar tanto silencio prestaron su conciencia el tiempo y la osadía de la madurez y Antonio enmudeció los signos exteriores, ahora diseña una vuelta que requiere otra complicidad con su propia conciencia. El resultado es volver. Volver por necesidad expresiva, por voluntad de agrandarse en sus emociones, por imperativo del sentimiento. Y volver, a la arena limpia, a los congresos de pueblos, a las efemérides, al eco de la taberna, al compás, al mostrador, a las genialidades, a las sorpresas, para complacerse en la voz, para deleitar a los suyos, para crear cantando el nuevo empuje, el viejo estilo.

Volver como ave solitaria al trémulo fragor del enamorarse y desenamorarse, a la impaciencia, dejándose caer en la última rima, ratificando su razón de esencia rociera para un futuro abierto en la concordia de su poema cantado; volver a la calidad de su fandango que ahora le ruega acaricie pronto las tablas de la escena y le eleve en categoría (como siempre hizo), le cambie los discursos por cante, le hostigue hasta dilatarse en las pasiones una y otra y otra cuantas veces le salga la vida por la boca y el saber por su experiencia, hasta agradar en el máximo. Y Antonio también vuelve (permítaseme la licencia) para volver a enseñar. Para volver a tratar con su dignidad el dejillo indeleble de Alosno. Para recordar a Conejilla, Marco Jiménez, Toronjo, El Acalmao, vuelve. Para no esconder quejíos, vuelve. Para dedicarle sitios de orden y honor a Rangel, Antonio Abad, Pinche, Juan Díaz, vuelve.

Antonio se ha puesto todos los trajes de la vuelta, sus mejores galas de entusiasmo y vuelve para todo. Que estrenando voz mirará lo alto y lo bajo, subirá hasta lo valiente del fandango y allá mecerá la estrofa; luego, abajo, en el grave tono del cané ansiará que su cosquilleo impregne de escalofrío la cadencia y los ojos, hasta amarlo. La magia querenciosa en la interpretación de este artista, su estilo, su dinamismo, su entender, son imprescindibles en esta soledad apegada a las luces quietas del impresionismo en el cante y al sonido manso y solemne del toque.

Diré que Antonio hace falta para despertar las luces ociosas, para arrancar de nuevo la ternura eterna de la guitarra. Hace falta para reñirse con el desafío, que es su locura, allá donde el arpegio exige la nota más inverosímil y solo llegan quienes están tocados por la dulce armonía de la magia, como Antonio. Nos hace falta para nosotros que se lo agradeceremos siempre. Pero sobre todo Antonio hace falta, en esta lírica farándula, para la historia misma del fandango, de Andalucía y de la creación.

Él se quedará, voz en prenda y acogida, hasta que lo desee, con su memoria en la grandeza de haberle puesto amanecer al tiempo y agallas al cante.

 
Ramón Llanes

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