COMPAÑEROS DE VIAJE
Un brindis por el ser
humano,
por el amor, sin
diferencias.
Cuando suena
un acordeón, te recuerdo; es un momento sinfónico y dulce, se cae
el tiempo, los duendes conspiran para hacernos felices, la lluvia
tiene esa cadencia de acompañamiento y sonido que parece hecha para
una tarde contigo. Cuando es atardecer, te recuerdo; es el momento
único que esperaba, me siento a delimitar mis sueños, trato de
disimular el cansancio, me atavío con esa nostalgia que a los dos
nos gusta, cierro los ojos como tú me enseñaste a cerrarlos, duermo
pensando que te tengo en los brazos. Cuando estoy alegre, te
recuerdo; se me abre la sonrisa porque he vuelto al lugar donde nos
conocimos, los árboles tienen ese olor a calma y la mar se quedó
como esperándonos, la voluntad del viento, empujando hacia el lugar
de las dunas, donde nos besábamos, los gritos acompasados del
silencio, la mirada nuestra a nosotros. Cuando paseo las calles altas
de nuestro cielo, te recuerdo; te traigo a la pared, te pinto con la
memoria, hago los trazos tan grandes como nuestra complicidad, me
reservo los colores pastel, que son los tuyos, te lleno la nariz de
rojo, por tu vergüenza al encontrarnos por vez primera. Cuando hace
frío, te recuerdo; fueron aquellas noches, juntos, acurrucados al
fuego, escuchando el chisporroteo de la candela, sin miedo, con las
ganas abiertas a las esperanzas, siempre con los ojos pendientes de
los ojos, allá en nuestro propio sentimiento. Ahora que te amo, te
recuerdo; he puesto el rumbo hacia ti, compañera, me has
multiplicado la vida y estamos inquietos solicitando tenernos otra
eternidad, ahora que nadie se nos acerca para medirnos la distancia,
ahora que somos dos por dos y las nubecillas oscuras pasan de largo,
ahora más que nunca te recuerdo, compañera, por todo cuanto a tu
lado me queda por amar.
Ramón
Llanes.
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