LA RAZÓN DE ALGUNAS COSAS
Tenían que volver, las carretas tenían que volver; las
guitarras que se fueron, tenían que volver; las miradas tenían que volver. Se
fueron todos a la marisma pero el espacio quieto de la ciudad, esperaba. El
silencio cálido de esta ciudad, esperaba. Cuando llegó un miércoles de mayo,
volvieron las guitarras a su espacio de asfalto, volvieron las miradas a sus
paisajes de siempre, volvieron las carretas a su silencio atemporal. Y otra vez
volvió la vida porque volvió Carmela al son pausado de su amor a las sombras
fugaces de su única tierra. Carmela volvió con los ojos llorosos por haberse
marchado y por haberse venido. Sabía donde estaba el futuro pero no sabía dónde
estaban los sueños.
Ya es de nuevo la ciudad, como razón exclusiva de un sistema
aceptado que convierte a Carmela en música de su entorno y novia del aire; el
Rocío de los misterios quedó en la memoria, ha comenzado a calentar emociones
para el próximo camino. Cuando apenas regresó la vida, el poema se abrió,
anoche se abrió el poema de Moguer, en el espacio de Santa Clara, en la paleta
de Seisdedos, en la mística de Juan Ramón.
Y han comenzado a tener razón y sentido algunas cosas. Es
razón el espacio reconquistado, como es razón la sonrisa de Carmela, como tiene
toda su razón la estética de Moguer con Pedro Rodríguez, su pintor, con Juan
Ramón, su emblema. Es muy razonable seguir viviendo.
Ramón Llanes. 28-5-10.
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