4.-
Enumera los cauces
de la bonanza,
río abierto, arriba,
donde se perpetúan
barrancas y lisos,
donde todo parece llama,
todo eterno, todo
único. Enumera de allí
la nevada, el ardor
de las hojas y la hojarasca,
cuenta los zumbidos
del tiempo
perdido en la
inocencia del brocal
y piensa si
perteneces al grito o al eco.
Sabrás que has
vuelto de la épica de vivir,
al consuelo,
de la página al verso,
de soñar, a gozarte.
Nadie, solo tú que mueres,
nadie entenderá que
vives.
Juremos que es abril
ladera arriba
por fidelidad al horizonte,
por hambre de
pétalos y arambeles
hasta mermar a
quienes suman
diferencias, a
quienes se mastican la miel
como una pena.
Nadie de ellos es género
de pura tela en el
pescante, se quedarán en tierra.
Ramón Llanes
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