DEPENDIENTES
Para qué tanto empeño y tanto
disloque de revoluciones pacíficas y de manifestaciones en favor de la armonía
y de la solución de las cosas, para qué todos los movimientos de lealtad y amor
por esos mundos, viviendo debajo de estrellas y pensando en alcanzarlas o para
qué la universidad, las lecciones de Filosofía, el estudio de los clásicos, el
latín, el griego, Góngora, Lorca; para qué la guitarra al hombro distribuyendo
canciones sentimentales por las noches de amistad. Todo, para acabar siendo un
dependiente más de la vulgaridad del miedo y de la fatalidad de la guerra; de
nada sirvió el espíritu, de nada el trabajo realizado con las pestañas
sonrientes, ahora todo se resuelve desde la hipócrita destrucción de los seres
con bombas en la conciencia. Otra vez nos equivocamos.
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