DESPUÉS DE ABRIL
A los puebleños
Por estas dehesas nadie se imagina la
vida después de abril, el límite humano refiere su fuerza psicológica, es abril
una meta única que cada año es necesario alcanzar, no importará el tiempo
posterior, haber llegado a abril es haber llegado a una gloria. Con el final de
sus horas termina la impotencia, el cansancio se hace moldura, los ojos no
saben qué mirar, se recogen los recuerdos como se guardan los trajes y la vida
surge de otra manera, un poco más amorfa, con menos sentido, como si con abril
se hubieran ido todos los días y quedara sólo la memoria atenta a lo pasado.
Por estos pagos de Peña y Puebla se oscurece el futuro cuando se puso tanto
entusiasmo en culminar la promesa o subir al grato cielo de las emociones.
Sólo algunos -los nuevos Mayordomos-
entenderán la vida a partir del martes de Súplica, se harán a la prisa con la
vehemencia de la ansiedad, querrán encender la candela, apagarla, volverla a
encender, comprar la miel, arrendar las mulas, hacerse al compromiso mejor
ganado de su historia. Para ellos el futuro tiene conciencia, para los demás
sobra casi todo el calendario.
Y sin embargo cunde amablemente la
existencia con este deambular de interpretaciones de los conceptos y cada cual
se hace al suyo dando prólogo a la primacía de sus ensoñaciones, unos con el
ansia, otros con el regusto vivido, algunos contando los días que faltan y los
más melancólicos viviendo de lo pasado. Es la Puebla.
Ramón
Llanes. Revista de La Peña 2019
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