EL LADO OSCURO DEL TIEMPO.
El tiempo ocupa un espacio tan infinito
que se escapa de la vida y engulle los acontecimientos sin parsimonia ni
voluntad de cambio. Es mentor de pasado, presente y futuro, es libre y goloso.
Nos somete a su reciclaje con greñas o fantasías. Nos envuelve en una consigna
infranqueable por encima de compromisos y alteraciones. El tiempo no
evoluciona, siempre trae la misma cara, siempre con el péndulo al mismo ritmo,
sin alterarse por su exceso de actividad, sin cansancio.
Cuando cogemos el tren de la inercia nos
parece que le dominamos pero ese tren lo perdemos millones de veces, siempre
vamos a remolque de su imperio. Es curioso.
Es el lado oscuro del tiempo. Queda otra
lado más sutil, menos dramático. Queda, acomodarse a su tic-tac, convertirlo en
un aliado agradable para tenerlo a mano y pasear con él, como recurso
inconsciente de nuestro aprovechamiento. También es curioso que le miremos con
más desidia que agrado. Acaso nos queden más vidas por delante o se nos escape
de nuestra capacidad humana.
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