RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

lunes, 15 de abril de 2019

EL LIBRO


                EL  LIBRO

 

 

Qué sueño, qué poema, qué conspiración, qué turbulencia, qué profecía, habrán escapado de la  permanencia, desde una página  solapada?. El autor, movido por un resorte de sabiduría, anega campos blanquecinos y somete su inspiración a cualquier voluntad. Lo hace con la fundamentación del pensamiento. Absorto o loco, escribe en letras y vocablos aproximaciones a la realidad, se baña en la ficción, se desmenuza en partículas, grita página a página para no ser oído, solo tenido, quizá llorado, tal vez vivido.

 

El autor se aligera de promesas con errores de cálculo, corrige mil fórmulas nuevas, se entierra en una sangre propia para  resucitar  en los papiros y sufre un parto de primeriza cuando la luz le concede una libertad de tenencia y  puede arrodillarse con adoración sacrílega al hijo encuadernado. El autor no se cansa. El autor, el pro-artífice de una obra esculpida para los hombres, devengará incontrolados placeres desde la creación hasta los adjetivos que le aguardaron , incluidas menos alabanzas de las permitidas y menos halagos de los solicitados.

 

El lector empaña dedos en la recién merecida caricia tributando el primer consentimiento de homenaje, subiéndolo al quicio de su memoria en donde rumia composición, sintaxis y sinónimos hasta destrozarlo por el uso y llevarse jugos y mensajes,apareándose con esa soba de lenguaje que la lectura le proporciona. En la soledad, autor y lector, se alían en la misma historia, sufren juntos y aman juntos con la misma intensidad, se conocerán a su través, les unirá el texto y se entenderán sin rubores. El lector ha de ser amante deseoso, siempre agradeciendo  los órdenes o las delicadezas, para entrar en la salvación del  autor.

 

El libro es una sugerencia a la libertad, a la tolerancia, a la comunicación y a los deseos. Y todos , desde el autor, conspirarán por perpetuidades ; y todos, como enseñantes, eludir rabias y soeces en su contra. Nada más preciado se adora.

 

En una sociedad cercana, alistada a un bienestar que se intenta conseguir, algunos tipos inteligentes, repartirán libros una tarde de primavera al lado de algas marinas y flamencos rosáceos, intensificarán los métodos de la paz en una ciudad cualquiera con nombre antiguo y allí los niños huirán de batallas, asomarán un prólogo a sus narices y pondrán alivios a las discordias del día. Todas las semanas serán fiestas de libros en esa ciudad arropada de historia y las voluntades se desquiciarán en rupturas viejas. Predominará la letra y detrás el entendimiento y luego el saber. En el lugar de la indigencia, criterios y opciones, alternativas de refugio societario compartido.

 

Es, otra vez, tiempo de libros. Devenir a la liturgia de la lectura, llegar a los epílogos de la sed y reencontrarse cara a cara con la felicidad escrita.

 

 

 

 

                                                        Ramón Llanes.  

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