Las cosas pasan cuando yo no estoy
Nací casi sin darme cuenta, me sorprendió más la luz que el grito de placer de mi madre; era una luz de mayo, potente, rígida y pura, como si la hubiesen mandado como premio a mi primera voz, que fue de llanto. Empecé a caminar solo, mis padres se habían distraído y me puse a darle pasos al suelo sin entender por qué, corría tras una perra que me hacía de juguete y caí tres veces antes de asustar a quienes me observaban. Luego me enteré de mi nombre a base de oírlo, nadie tuvo la delicadeza de explicarme la razón de mi nombre. Los apellidos los aprendí de mayor, cuando se me olvidaban las tizas y me zurraba el maestro porque no sabía ponerme firme y cantar mi filiación completa.
Algo parecido sucedió con mi lugar de nacimiento. A mi pregunta de: papá ¿yo dónde nací?, se me respondía con un lacónico: aquí. Y como también aprendí a jugar solo -yo enseñé a mi hermano, mi hermano enseñó a mi hermana y mi hermana enseñó a mi otro hermano-, por no interrumpir a mi madre, decidí -o imagino que decidí- inventar juegos de ternuras. Inventé a cortarle el pelo a mis hermanos, los quedaba sin flequillos mientras mis padres roncaban la siesta; inventé el juego de coser en la máquina de mi padre y enseñé a mis hermanos hasta que la aguja cosió un dedo de uno de ellos y se me acabó el invento no sin antes recibir un guantazo a modo de diploma; luego inventé la risa, yo tenía que inventarlo todo porque nadie se entretenía en contarme inventos, y la risa inventada llamó a casa a todos los niños del barrio y pagaron para vernos reír y reían con nosotros.
Ya de mayor seguí inventando guiños, gestos, palabras, muecas, nombres; un día inventé también la tristeza y otro inventé el beso. Mis inventos son míos, nadie me dijo que estar triste es tener que dormirse sin sueño y yo lo adiviné y lo inventé y así es ahora. Y de mayor supe que podía amar y ser amado pero es distinto, eso me lo inventó el alma un día de verano después de una mirada.
Y desde entonces no he abierto mi cuaderno de inventos porque ahora las cosas pasan cuando yo no estoy.
Ramón Llanes. EL CAJÓN DEL SASTRE.
12 Febrero 2013
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