OTRA VEZ MAÑANA
Luego cayó un reloj que avisaba la hora del equipaje
y te llevaste otro libro y tus medias
y todo se transmutó en melancolía.
pero ya era mañana al advertirlo.
Es que sonaste a ocaso
allí detrás de la puerta, sobre el rincón derecho.
Y, de pronto, ya no estabas,
ni estaban el eco ni el dolor,
ni la habitación ni la ciudad, ni el olvido.
No estaba el futuro llamándonos
ni estaban las caricias en la sombra,
ni siquiera quedó la armonía del mensaje.
Solos tú y yo, en la culpa, en el placer.
Te quiero hablar, otra vez, cuando te tenga.
¿Quisiste volver para decirme:
“después de mañana seguiremos amándonos”?.
Ramón Llanes.
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