TAN CERCA
Me pasa que se me ha desdibujado
en mi trato con la cotidianeidad el sentido de lejanía; vivo
construyendo lo cercano desde mi tiempo más inmemorial y he llegado a una edad
cognitiva donde esta opción se me agarra como si fuera un sentimiento y no me
permite que otros horizontes me seduzcan y me atosiguen. Desconozco si esto
ocurre con frecuencia pero sí observo que puede ser una especie de aplomo que
el sosiego genera para librarse de envites de trasiegos, tránsitos, viajes,
aventuras o nomadismo. Y me pasa que siempre deduje de la lejanía una buena
premisa para el desarrollo evolutivo del ser humano; y entonces se me
contradicen las neuronas, se enfrentan entre ellas y no llegan a conclusiones
que me sirvan para tomar decisiones acertadas. Por ahora lo tengo todo cerca:
casa, ciudad, familia, pueblo, amigos, diversiones y sonrisas, casi que no
necesito buscar otros paisajes, otros lazos, otros conocimientos u otras
maneras de fraguar lo diario y he decidido quedarme e indagar más en el mundo
que tan cerca me ha hecho encontrar el lugar amado. Sin perder siquiera una
pizca de ansiedad y rebeldía.
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