RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

lunes, 4 de noviembre de 2024

PROSTITUCIÓN

 PROSTITUCIÓN

 

 

            No seré tan iluso de caer en el tópico cursi de escribir de prostitución sin entenderla, sin conocer el germen que la origina o la circunstancia que la alienta; desconozco los pasos a dar para formar parte de su complejo engranaje, no tengo la información mínimamente necesaria y casi diría que mis datos son falsos, siempre tuve -o me crearon- una mala conciencia sobre tal actitud y los teóricos la refieren como acción de perversidad y vicio y me temo que me equivoco y que ellos tampoco aciertan.

            Otros advierten de la función social que cumple la existencia de la prostitución al ser cauce para ofrecer afecto a quienes lo demandan; los menos arbitrarios le concederían mejores fórmulas de bienestar, los cínicos la impulsarían, los ateos entrarían en todos los trapos, los más religiosos seguirían rechazando su práctica en los foros públicos y reconocerían su imprescindible misión regeneradora en las pláticas privadas. Nadie o pocos han preguntado a ellas o a ellos sobre su idoneidad. Y me temo que están en un error.

            No tengo una opinión perfecta formada para escribir en un diario sobre algo que me resulta tan desconocido como incómodo y no me atrevo a descorrer cortinas con osadía de listillo para extender a los lectores un conocimiento del que carezco. La prostitución es un mundo -dicen los practicantes- que requiere un estudio sociológico en profundidad donde se intenten tomar las fotos desde todas las ópticas y donde los protagonistas se impliquen. Si acaso cerrar un prostíbulo soluciona o crea problemas, si acaso es lupanar la propia vida fuera de su definido ámbito, si acaso hetairas no son solo las que perciben su diezmo, si acaso es un mal necesario o si acaso de no existir la prostitución habría que inventarla, son cuestiones espirituales a las que nunca he tenido acceso directo y temática de importancia poco tratada en los versos, ello me obliga a zanjar mi reflexión y dejar para los expertos tan delicado asunto, yo no me atrevo a escribir de algo que no entiendo.

 

 

            Ramón Llanes 

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