RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

miércoles, 9 de octubre de 2013

LA CABAÑA


LA CABAÑA

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Ramón Llanes
 Ha sido un fin de semana entre pliegues de calor y calma. Y desde la sombra no estática se movió la actividad que requieren los códigos personales para acrecentar el estado de bienestar, haciéndolo rimar con el perfil de nosotros, sin más exigencias que las necesarias para causar placer. Tuvimos en mente y trabajo el adecentamiento como cabaña de una especie de cajón de madera que llevaba tiempo desordenando el jardín y que los niños reclamaban para su hábitat.

            Todos los minutos, todos los pensamientos, todas las fuerzas y ganas, se dedicaron a este sencillo menester de preparar una cabaña para los niños. Cuando volvíamos, atardeciendo, desde los medianos roquedos que circundan el ámbito de nuestro mundo, nos entretuvimos a difuminar los grados de felicidad que cada cual logró en la tarea de la cabaña. Hablábamos con un sonrisa compartida,  nos deleitamos repasando el recuerdo de las puntillas, de las tablas intercaladas, del techo nuevo imitando tejas rojas y del posible color que habremos de darle a nuestra obra. Nos transmitimos, en el corto trayecto, todos los beneficios que nos había dejado en el alma este insignificante entretenimiento de un fin de semana de octubre, en pleno otoño, en un lugar querido.

            Mientras se nos hizo visible el regreso nos confirmamos que se nos había presentado, de pronto, -en una cabaña para los niños-, un reguero grueso de felicidad que entraba en nuestra plenitud con un aire romántico de frescura y una dotación ejemplarizante de eficacia. Incluso cumplimos una utopía, derribar el imposible techo para esperar que los niños pudieran disfrutar la cabaña aunque siguieran creciendo.

            No estuvimos en París ni visitando el mejor museo del mundo ni recorriendo El Cañón del Colorado en helicóptero, solo que nos entretuvimos en prepararles una cabaña a los niños sin otra pretensión que hacerles felices y resultó que nos hicimos felices nosotros mismos con esta cosa tan poco singular. Desde hoy sabemos más sobre los gozos que producen las cosas pequeñas.

Publicado en digitalextremadura.com

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