EL ERROR DE LAS GUERRAS
Cada vez que huele a fusil
asoma la muerte por la última rendija de la vida,
es su vicio maldito, su colofón pensado
los hombres no huelen,
han perdido el olfato de la paz,
sucumbieron a la seducción de los credos,
ahora son líderes de algo miserable,
son inventores de las guerras
que fueron hechas para matar a la humanidad
del saldo que desprenden las sonrisas.
Las bestias que incitan al castigo
se persignan antes de ordenar al verdugo,
son hombres de plomo
desorientados del afecto,
son hombres que adoran venganzas
y evolucionan con ojos desiguales,
con manos tatuadas de asco.
Nadie sabe, nadie aprendió a detectar maldades,
nadie impide que las guerras sean
promocionadas, nadie sabe cuidar
el grito famélico que dejan los niños
en las crisálidas noches de la presunta vida.
Nadie ha reparado en el dolor.
Ramón Llanes.
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