La Paz.
De niño me pensé que la Paz estaba hecha,
con su sabor a caramelo y su perfume de novia,
que la Paz no entraba en la asignatura de vivir,
que la Paz era irrompible y sin fecha de caducidad.
Y pensé, de niño,
que debía preocuparme por la amistad,
la libertad y los cuadernos pero no por la Paz,
no debía preocuparme
por alcanzar la Paz que ya tenía,
no estaba en mis asuntos,
no me imaginaba un minuto de existencia sin Paz.
Ahora no soy niño
y he dejado de pensar que la Paz estaba inventada
y me dedico a revolver versos para buscarla, traerla,
restregarla por las paredes y cuidarla.
Ramón Llanes.
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