RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

lunes, 23 de mayo de 2016

POEMA POR UN ADIÓS

 
POEMA POR UN ADIÓS.


Un corazón perdido, mueca de hombre,
viaja por el angosto paraíso de lo imposible,
se adentra en la desesperación de un absurdo,
se ahoga en su pensamiento
cuando el vicio de amar se le acaba
por inacabado, por sordo.
El lunático travieso, feliz en cementerios y avispas,
sucumbe en su dolor,
se hiere en agonías de olvidos
y sueña que se va de los campos de besos,
del amolar, al destierro del asfalto;
nota marcharse las fuerzas de ayer
cuando no respondiera con su voz
a la llamada del alba,
al despertar diario de la amada
en golosa armonía de ansiedades.
No sonarán por el cable las pasiones y las risas,
ni los cuerpos irán al abrazo,
ni las complacencias se vivirán
con los ojos prendidos, ni habrá alimento
capaz de taponar este hambre de caricias.
Ya nadie escribirá nombres en las paredes
con tinta frágil, nadie se esconderá por las esquinas,
nadie andará tejados azules
con reflejos de luna,
que ya ni siquiera habrá luna valiente
que aguante el premonitorio adiós ya dicho;
y a nadie se pedirán citas de potos colgantes
y conqueros; a nadie se remediará
con tanto padecer, para nadie será
el hueco blanco de la esperanza.
Se apagó la vela inapagable,
el hilo se partió en dos pedazos
uno de orgullo otro de turbación;
a nadie se mandarán disculpas por desoir el amor,
nadie pecó por culpable, nadie por agobio,
nadie por desatento,
nadie sabrá más tarde
la sinrazón de la herida.
Un trozo de pretensiones se muere
falto de opulencia,
nadie echará de menos que algo falta de ternura
y mucho sobra de calamidad;
nadie dará cuentas al alma de su agonía
para premiar el error,
a nadie juzgarán por consentirse tanto al olvido
y el mundo cursará motivaciones y órdenes
como si nada se hubiera roto desde la luna.
Apenas el arcoiris de otoño
se pondrá lazo de luto,
tristeza el carril de cieno,
pena el jaral;
y una angustia eterna nublará las miradas
por cada vez que dejen de mirarse los amantes.
Algún viento, sin culpa ni piedad,
se tragará los sueños
y otro arrasará con el recordatorio
escrito en el aire y en la piel;
hasta el terco tiempo querrá poseer su herencia
en una consola apolillada
por su malhumor, por su intolerancia.
Y sonarán cañones de batallas,
sables de venganza batiéndose
entre los bastidores de las persianas blancas
y los escondites de la noche
para justificar que nadie mató a los amantes,
que habían muerto de amor
con tres puñales de ausencias;
y serán enterrados con estiércol de púrpura
y cenizas de óleos
en una fosa predilecta
donde figure solo “los amantes”,
sin lápida de mármol, ni nombres,
solo el eco de la libertad entonado a coro
de avispas en el sepelio.
Y acudirán, seguro, las flores, el atardecer,
los insaciables besos, los hijos de la luna,
la perseverancia,
el brillo de los ojos de ella
en cristal con mancha de labios,
huellas de él,
la sombra, la paz que les hizo,
el calendario de días compartidos,
las verdades
y un diccionario con todos los mensajes de amor.


Ramón Llanes. 21.06.01.

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