RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

miércoles, 1 de enero de 2014

LÍDERES

LÍDERES


         O será que carecemos de líderes. La historia de las grandes conquistas está fijada en la implantación del liderazgo, hombres, movimientos sociales, revoluciones, algo, alguna referencia con capacidad para resolver los magnos proyectos; en esta horda de próceres que acceden a dirigir los mundos, con toda su carga de imperfección, sus regímenes autoritarios aún con vigencia, sus democracias incapaces, su hambre, sus armamentos, sus conflictos bélicos y su desordenada forma de entender a los seres humanos, en sus contextos íntimos y colectivos, con todo esto de colapso, el resurgimiento del líder se plantea como imprescindible.
         Los órdenes establecidos no se consienten en conseguir resultados de valor que alcancen metas de bienestar. O habrá que establecer los fines o habrá que discernir si es el bienestar uno de ellos o habrá que limitar los poderes o habrá que  borrar las cuadrículas del cuaderno y dibujar otras con otras teorías o habrá que romper los esquemas y las ideas o habrá que empezar a correr mundo arriba para no ser alcanzados por el medio sistémico actual, que ya sabemos que pudre, envilece y mata.
         La constitución general de los líderes, ya sean prohombres o fórmulas, enseñará el revés de esta farsa que  nos ha conducido a este desequilibrio a través de los cauces caducos hegemónicos y anclados en la instauración de la codicia y el encarcelamiento del individuo como primer elemento ejemplarizante de la simbología del bienestar.
         De ese bienestar aspirado queda un rescoldo de destiempo, capaz aún de encender universos pero desasistido y ceniciento hasta la simulación del olvido. No es el bienestar el bien jurídico a proteger, como antes, ahora ocupa lugar de últimos en la lista y acaso nunca se precie su valía. El  indulto a la golosa mercadería como medio de distribución de débiles placeres tangibles y esporádicos, nos acorrala el ímpetu y nos manosea asquerosamente la función del deseo de felicidad, si remedio.


         Ramón Llanes. 29.12.13.
LÍDERES


         O será que carecemos de líderes. La historia de las grandes conquistas está fijada en la implantación del liderazgo, hombres, movimientos sociales, revoluciones, algo, alguna referencia con capacidad para resolver los magnos proyectos; en esta horda de próceres que acceden a dirigir los mundos, con toda su carga de imperfección, sus regímenes autoritarios aún con vigencia, sus democracias incapaces, su hambre, sus armamentos, sus conflictos bélicos y su desordenada forma de entender a los seres humanos, en sus contextos íntimos y colectivos, con todo esto de colapso, el resurgimiento del líder se plantea como imprescindible.
         Los órdenes establecidos no se consienten en conseguir resultados de valor que alcancen metas de bienestar. O habrá que establecer los fines o habrá que discernir si es el bienestar uno de ellos o habrá que limitar los poderes o habrá que  borrar las cuadrículas del cuaderno y dibujar otras con otras teorías o habrá que romper los esquemas y las ideas o habrá que empezar a correr mundo arriba para no ser alcanzados por el medio sistémico actual, que ya sabemos que pudre, envilece y mata.
         La constitución general de los líderes, ya sean prohombres o fórmulas, enseñará el revés de esta farsa que  nos ha conducido a este desequilibrio a través de los cauces caducos hegemónicos y anclados en la instauración de la codicia y el encarcelamiento del individuo como primer elemento ejemplarizante de la simbología del bienestar.
         De ese bienestar aspirado queda un rescoldo de destiempo, capaz aún de encender universos pero desasistido y ceniciento hasta la simulación del olvido. No es el bienestar el bien jurídico a proteger, como antes, ahora ocupa lugar de últimos en la lista y acaso nunca se precie su valía. El  indulto a la golosa mercadería como medio de distribución de débiles placeres tangibles y esporádicos, nos acorrala el ímpetu y nos manosea asquerosamente la función del deseo de felicidad, si remedio.


         Ramón Llanes. 29.12.13.

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